martes, 28 de octubre de 2008

Ch

Tal vez fuese maniático. Sólo sabía hablar con la che. Intentar mantener un diálogo con él se convertía en algo cómico. El interlocutor siempre terminaba intentando controlarse la risa y finalmente soltando pequeñas ráfagas de sonrisa. Eso sí, sin asomar ni un diente. Los ojos vidriosos y con esa chispa de juerga controlada.

Solo comía chorizo, chistorra, chuletitas y chirlas. A veces se lanzaba y pedía chalchichas. Le entendían. De dulce no perdonaba unos churros con chocolate caliente. Y de fruta sus chirimoyas.

Vivía en un chalet con chimenea en Chamberí.

Su bebida favorita era el champán.

Viajaba a China y a Chechenia. A veces también se dejaba caer por Checoslovaquia pero desde que se quedo en la República Checa dejó de hacerlo.

Su novia se llamaba Charo y sólo sabía hablar con la Z.

Imagínense el resto.

Humo II

La mujer estaba sentada con la cabeza inclinada hacia su lado izquierdo y la mirada vagando de un lado a otro de la cocina. De pronto fijó la mirada, se levantó y se acercó a la mesa, cogió el paquete de tabaco y lo puso debajo del grifo. El chorro empezó a caer de color marrón a través del cartón, y entonces dijo:

-Creo que vas a tener que salir de nuevo a por tabaco.

Y cerró la ventana.

lunes, 27 de octubre de 2008

Lujo

Yo, que miro al tendido desde la barrera, que me he permitido el lujo de la apatía, el lujo de tirar la toalla, de dejar pasar mi tiempo sin fe alguna en encontrar el amor, he convertido el lujo en desgracia, pero sé apreciar lo que veo desde fuera, desde la grada. Y me cuesta entender que se deje ir a un verdadero amor. Con lo difícil que es encontrarlo.

También me cuesta entender que se malgaste el tiempo junto a alguien equivocado. Este es otro desgraciado lujo. Aun en la desidia de ni pensarlo. De seguir sin más. De preferir estar acompañado o pensar en evitar males mayores.

Tenemos todos el corazón dormido. El solitario, el mal acompañado y el que no sabe lo que tiene.

Pero siempre podremos compensarlo yendo de compras, huyendo a una isla paradisiaca o dándonos un masaje.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Rarezas

Asocio los números y los colores

El 5 es rojo

3 10 8 6 41
9 7 2

lunes, 20 de octubre de 2008

Humo



Y volvió.

Después de tiempo sin saber de él apareció como si nadie le hubiese echado de menos.

Como si siempre hubiese estado ahí.

Apenas se esforzó en contar nada.

Ignoró el intercambio de miradas de los demás. Los signos de interrogación se podían ver en tres dimensiones, pero él ni se inmutó.

Sacó un cigarro y pidió fuego. Mientras se inclinaba sobre él con la cerilla, ella le preguntó ya directamente:

¿donde demonios te has metido estos años?

Pues si te lo dije, fui a por tabaco -contestó él-

Y sus palabras mezcladas con humo se juntaron con el olor de la comida y se marcharon por la ventana abierta de par en par.


lunes, 6 de octubre de 2008

¿Esto es todo?

He notado que mi memoria empieza a estar llena y elimina aleatoriamente fastidiándome en muchos casos. Tengo muchas más dudas y errores ortográficos. Olvido los nombres de películas y actores. Gente y hechos de mi vida. Es posible que esto me ocurriese hace ya tiempo pero ahora soy más consciente. Es cierto que hace ya una década me compre pastillas para la memoria y nunca las tomé porque me olvidaba de hacerlo. También es cierto que me compré una agenda y o me olvidaba de apuntar las cosas o de mirar posteriormente las anotaciones.

Pero acabo de cumplir 40 años. Y empiezo a repasarme. Mi madre se hace auditorías a si misma. Yo me repaso (suena fatal. Me repaso mentalmente). Y en esas estoy cuando noto lo de la memoria. También tengo más arrugas. Y me he cansado al subir las escaleras. La gente me aburre bastante. Yo por tanto debo aburrirles a ellos. Cocino más, limpio menos, observo más, actúo menos. ¿Desde cuando? ni me acuerdo...

Nada nuevo.

¿Y esto es todo?

Parece ser que a partir de los 40 la vida se ve diferente y que yo no aparento la edad que tengo. Esto son los consuelos que me han dado mis amigos junto con la felicitación de cumpleaños. Eso espero. La visión del mundo cambia, te encuentras más relajado, menos metas que cumplir, menos que demostrar. Eso está pero que muy bien. Tiene doble lectura, la optimista es esa tranquilidad. La pesimista es que esto es así porque poco más puedes hacer, hasta aquí has dado de sí. Pero yo no estoy del todo de acuerdo, probablemente porque siempre he pensado que paso por la vida con un retraso de cinco años. Ahora siento lo que otros con 35, y creo que aun tengo millones de cosas que hacer, mucho que demostrar, un futuro inquietante a partir de que cierre este escrito. O de la próxima línea.

¿Que será, será?

Sospecho que me haré rica. Más que sospecha me lo ha dicho mi astrólogo preferido, y yo le creo.

Sospecho que el hombre de mi vida está esperando a que tire definitivamente la toalla para venir a recogerla y traérmela envuelta en papel celofán.

Sospecho que dejaré de trabajar (derivado de mi primera sospecha) y viajaré por todo el mundo en un velero de madera.

Y sospecho que sonará el despertador.

O no.

El

Ahora abre la puerta y trata de no mirar siempre de frente la realidad. Los momentos de lucidez pura en los que la dureza de la vida resalta por encima de todo lo demás son de tristeza. Nada extraordinario comparado con las de los demás. No más dramático que otras normales, pero al fin y al cabo la suya.

La medida de lo que importa y de lo que no es inexistente.

Abre la puerta y trata de hacer corriente, que el aire se renueve y las ideas también. Intenta mantener el equilibrio entre esa realidad y la otra. La que le enseña el lado de colores, la que le ayuda a ayudar, la que le deja vivir, hacer y deshacer. Y soñar.

A veces entorna la puerta, sigue abierta pero solo deja pasar a los huéspedes que quiere. Vive en la realidad pero tiene tantas caras que salta de una a otra en segundos.

Abierta y de frente. Abierta y de soslayo. Incluso curiosea por la mirilla, unas veces está todo oscuro y otras alguien ha encendido la luz.