domingo, 24 de abril de 2011

Ojo con la peluquería

Decidí cortarme el pelo a lo chico. Lo que nunca decidí es que fuese tan buen corte que me confundiesen con uno. Me ponía pendientes, me vestía de rosa y aun así, oía: "eh chico, sal de aquí, este no es tu sitio". Normal, estaba en un gimnasio femenino. Las chicas se tapaban, me gritaban, era increíble. Me apunte a uno de hombres pero también me echaban de allí por raro.

Fui a mi casa. Mi madre no quiso darme de comer porque sólo quedaba ración para su hija, es decir para mi, qué ironía.

Vagué por la ciudad, me fue creciendo el pelo y al final un policia reconoció mi cara en un cartel de se busca. Todos creyeron que había sido raptada o había perdido la memoria. No me molesté en aclarar el malentendido, para qué.

Una vez readmitida en la sociedad, volví a la peluquería y al entrar lo primero que oí fue: "chico, has vuelto, y convertido en toda una mujer, ahora querrás que te hagamos la cera". Dije que no, no fuese que me convirtiese en un pollo y esta vez no saliese viva de la experiencia, mi madre me haría en pepitoria y guardaría una ración para mi.

3 comentarios:

Microalgo dijo...

Je, jeee...

Yo no corro esos riesgos, fíjese.

Microalgo dijo...

¿Cómo anda Su Gracia Imperial?

Desaparecida, me parece...

Bala dijo...

D. Micro! ¿cómo está?

Yo muy desaparecida del blog y sin razón alguna, sólo dejadez. Quiero pensar que es temporal...
Me alegra mucho ver que de vez en cuando se asoma por aqui.

¡¡Muchas gracias!!